La globalización y el crecimiento urbano traen parejo el reto de garantizar un acceso equitativo a los servicios básicos y de dar respuesta a las desigualdades crecientes. ONU-Hábitat advierte de que si este crecimiento no va acompañado de una planificación urbana adecuada puede conllevar una segregación social y espacial, contribuir al desarraigo y al individualismo, deshumanizando las ciudades y afectando negativamente a su gobernabilidad. Para contrarrestar estos efectos y fomentar los vínculos sociales, gana relevancia la necesidad de hacer copartícipe a la ciudadanía en la definición de las estrategias de desarrollo, así como en el diseño, implementación y evaluación de las actuaciones de transformación urbana.
Precisamente, la convocatoria del Premio Ciudades Educadoras a buenas prácticas de Convivencia en la ciudad, responde a la voluntad de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras de destacar modelos de planificación, gestión e intervención que contribuyan a eliminar barreras físicas, sociales y comunicativas, reducir conflictos urbanos y evitar la segregación, fomentando la creación de nuevos vínculos sociales y el sentido de pertenencia a una ciudad que necesita de la aportación de todos y cada uno de sus habitantes.
Con este premio se pretende poner en valor y reconocer internacionalmente el trabajo realizado por las ciudades de la Asociación e inspirar a otras ciudades en la construcción de entornos más educadores, inclusivos y cohesionados, donde personas de diferentes edades, culturas y creencias puedan convivir armónicamente.
Un jurado internacional, compuesto por académicos, representantes del Comité Ejecutivo de la Asociación y de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) estudió las 57 candidaturas de 45 ciudades de 11 países y 3 continentes. La riqueza y pluralidad de las experiencias analizadas ponen de manifiesto el potencial educador de las ciudades como agentes activos de transformación social. Tras un arduo trabajo de análisis de las iniciativas recibidas y un rico debate, se seleccionaron las 3 buenas prácticas ganadoras de esta Primera edición por su contribución, desde diferentes ámbitos, a una buena convivencia en la ciudad.
El jurado subrayó la importancia de formar una ciudadanía activa, implicada en su entorno, a través de acciones pedagógicas y de sensibilización firmes destinadas a aprender a vivir juntos, a desarrollar empatía y a adquirir consciencia social. Asimismo, concluyó que la existencia de espacios que inviten al diálogo intercultural e intergeneracional, al intercambio de conocimientos, así como a la puesta en marcha de proyectos conjuntos y a la gestión de los conflictos desde el respeto de los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz, favorecen una buena convivencia. Abrir la escuela a la comunidad y hacer de las comunidades un aula de aprendizaje permite tejer lazos de complicidad para esa educación integral y a lo largo de la vida que persigue la Ciudad Educadora.
¡Nuestra enhorabuena a Espoo, L’Hospitalet de Llobregat y Saha-gu, ciudades ganadoras del Premio 2016, y nuestro agradecimiento a todas las ciudades participantes!