Han pasado 30 años desde la celebración del 1er Congreso Internacional de Ciudades Educadoras en el que un grupo de ciudades asumimos el doble reto de situar la educación en el centro de las políticas urbanas y hacerlo implicando a la más amplia diversidad de actores, tiempos y espacios de la ciudad en la educación. El lema de este año: 30 años transformando personas y ciudades para un mundo mejor, evoca el camino recorrido y nos invita a seguir concretando lo que nos queda por recorrer.
A pesar del contexto excepcional y dificultades que afrontamos por motivo de la pandemia de la COVID-19, queremos celebrar la efeméride como es debido. Invitamos a todas las ciudades que nos han acompañado en este trayecto a una reflexión sobre el presente y futuro de nuestra misión: ¿Qué significado tiene hoy el concepto de ciudad educadora, que hace 30 años resultó tan innovador y estimulante? ¿Qué hemos ya conseguido y cuáles son los retos que configuran la agenda para el futuro? ¿Qué actuaciones concretarán, en adelante, las políticas para una nueva ciudad educadora?
Creemos que la crisis del modelo de educación tradicional en el que se fundó el concepto de ciudad educadora sigue hoy tan vigente como en 1990, y que se hace necesario profundizar en la transformación de la educación en las ciudades sobre la base de tres principios: una educación situada en barrios educadores, en su ecosistema territorial; orientada políticamente hacia la equidad, la no segregación y la igualdad real de oportunidades de aprendizajes a lo largo y ancho de la vida; y vinculada a una red de actores que se conectan (equipamientos, servicios, entidades, proyectos…) para diagnosticar y afrontar juntos tanto necesidades y problemas compartidos, como soluciones colectivas.
Haciendo de la necesidad virtud, creemos que los retos, conflictos y tensiones que ha generado la gestión de la COVID-19 contribuyen a repensar los límites y fronteras de las diversas educaciones que ocurren hoy en día en la ciudad, así como sus posibles intersecciones, interacciones y posibilidades de co-creación: escuelas que dan clase en parques o en equipamientos culturales; museos y bibliotecas que acogen actividades escolares, renuevan sus programas educativos y se comprometen en el reto de llenar las “mochilas culturales” de niños y niñas; maestras y maestros que se hacen presentes en los hogares a través de aplicaciones informáticas, o comunidades escolares que se apropian del entorno urbano de su escuela y reclaman y contribuyen a mejorarlo. Se han creado nuevos vínculos y prácticas que difuminan y permeabilizan las fronteras entre la educación dentro y el fuera de la escuela, aprovechémoslos para materializar experiencias de ciudad educadora des de los barrios.
Renovar nuestro compromiso con la Carta de Ciudades Educadoras implica hoy (re)pensar la ciudad educadora en este terreno que hoy vemos más abonado para tejer complicidades. Extendamos esta invitación a la reflexión y al trabajo conjunto a la diversidad de actores que rompen lógicas compartimentadas a favor de ciudades y barrios educadores, territorios de oportunidades educativas y culturales. Contribuir a mejorar el mundo transformando personas y ciudades nunca fue tarea fácil. Requiere seguir con el esfuerzo colectivo que, después de 30 años, continúa siendo apasionante y aún más crucial que nunca para co-crear ciudades educadoras donde aprender y cuidar vidas que valgan la pena ser vividas y compartidas.
Maria Truñó
Presidenta Delegada de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras
(Foto: RTVE)
Este año el Día Internacional de Ciudades Educadoras, coincide con el 30 Aniversario de la proclamación de la Carta. Por ello, el lema escogido para esta edición es: “30 Años transformando personas y ciudades para un mundo mejor”.
Este es un momento para hacer balance del tiempo transcurrido, los aprendizajes adquiridos y los cambios alcanzados. También es un momento oportuno para hacer una re-lectura de la Carta y revisarla, de forma participativa, para que siga siendo un documento de referencia e inspiración que nos ayude en nuestro trabajo cotidiano.
A lo largo de estos años, la Carta, al igual que nuestras ciudades, ha registrado cambios, pero a la vez, ha mantenido intactos valores como la inclusión, el respeto, la convivencia, el diálogo, la defensa de lo público, y el empeño por construir ciudades mejores a través de la educación.
La Carta goza hoy de gran consenso y prestigio, pero son precisamente las ciudades, comprometidas con sus principios, las merecedoras de ese reconocimiento por ser punta de lanza de los cambios y logros alcanzados en favor de un porvenir mejor.
Partíamos de un modelo de ciudad y una visión de la educación, para algunos utópica, pero el camino recorrido y las transformaciones alcanzadas en las más de 500 ciudades que hoy forman parte de la Asociación no han sido fruto de la casualidad, sino del trabajo, el esfuerzo, la entrega y la ilusión de muchas personas convencidas del poder trasformador de la educación.
Realmente 30 años dan mucho de sí, para poder desarrollar ideas y poner en marcha proyectos apasionantes y esperanzadores que marcan un estilo propio y una manera de trabajar en red, hoy asentada y que caracteriza a las Ciudades Educadoras.
¡Felicidades por el trabajo realizado, sigamos avanzando!
Marina Canals Ramoneda
Secretaria General de la AICE
(Foto: Changwon)