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      Memoria histórica e identidad: la ciudad de Granollers

      Para poder conocer y comprender una ciudad y determinadas actitudes de sus habitantes es necesario interpretar la suma de sus símbolos, leyendas, costumbres… Tal patrimonio intangible tiene una gran capacidad de emocionar, de evocar y a su vez refuerza el sentimiento de pertenencia a una ciudad. Las expresiones colectivas de una comunidad son además una herramienta para la construcción de una ciudadanía basada en los valores democráticos y el diálogo en la solución de conflictos.
      Todo ello, lo tienen presente el Ayuntamiento y la sociedad civil de Granollers, una ciudad de la zona metropolitana de Barcelona con una rica tradición industrial.

      31 DE MAYO DE 1938: EL BOMBARDEO DE GRANOLLERS
      Setenta años después del bombardeo que sufrió la ciudad durante la guerra civil española, profesores y estudiantes de bachillerato se reunieron con los supervivientes de esa tragedia con el objetivo de recordar el suceso y tomar un compromiso decidido en favor de la paz. Desde entonces, cada año se repite este encuentro. La paz no sólo se predica, se construye.

      LA FIESTA MAYOR DE “BLANCOS” Y “AZULES”
      Granollers inventó su fiesta mayor al recuperar una antigua competición entre dos ladrilleros para saber cuál era el más rápido. Esta anécdota sirvió de inspiración para recrear una rivalidad en el imaginario colectivo entre dos grupos heterogéneos de ciudadanos –los “blancos” y los “azules”- que compiten amistosamente para conseguir el derecho a organizar el acto de inauguración de las fiestas del año siguiente.
      La competencia se expresa a través de un programa de actividades que tiene como objetivo reforzar la pertenencia a la ciudad y favorecer el encuentro entre la tradición más genuina y la innovación más contemporánea. Esta fiesta mayor civil corrobora la transmisión y creación permanente de patrimonio.

      LA OLLA DE GRANOLLERS
      En 1982, la Asociación de Vecinos del centro de la ciudad propuso recuperar y actualizar una tradición conocida como La Olla de los Pobres. Desde entonces, el sábado anterior a Navidad, esta asociación invita a los ciudadanos a saborear escudella (cocido tradicional catalán) en una céntrica plaza llamada, precisamente, plaza de las Ollas. Además, miembros de la asociación visitan las escuelas para acercar dicha tradición a los más jóvenes.
      Tal es el aprecio por dicha singularidad cultural que una iniciativa ciudadana impulsó posteriormente la creación de un monumento a la escudella. Desde entonces, una marmita permanece instalada en el subsuelo de esta plaza para emerger en los principales actos gastronómicos populares de la ciudad. La leyenda “Granollers, gran olla es” da fe de su tradición hospitalaria.

      Carta de Ciudades Educadoras: Séptimo principio

      La ciudad ha de saber encontrar preservar y presentar su propia y compleja identidad. Ello le hará única y será la base para un diálogo fecundo en su interior y con otras ciudades. La valoración de sus costumbres y de sus orígenes ha de ser compatible con las formas de vida internacionales.

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